sábado, 19 de marzo de 2011

Denuncia social latente en la obra

Los Miserables son además de una historia para la gente, una obra con intensa denuncia a las inquietudes de la época donde el progreso no es una prioridad para la sociedad. Pero esto no queda así, pues el hambre se ensaña con los pobres y la ignorancia los convierte en carne de presidio. En el relato, el autor da especial interés a dos grupos desprotegidos como son las mujeres que terminan perdiendo toda inocencia y los niños, quienes no tardan en convertirse en seres viciosos.
Como ejemplo de mujer, encontramos la figura de Fontina , una joven que acaba perdiendo el pudor. Era muy guapa, con ojos azules, cabello largo, delicado perfil, cutis fino y delicado. Había viajado desde su pueblo a París con 15 años para buscar fortuna, pues no tenía ningún familiar.
En la ciudad, se enamora y acaba entregándose a un hombre que termina abandonándola en cuanto se entera de que la joven está esperando un hijo suyo. Así, se inicia la caída del personaje femenino en la más absoluta de las miserias; desde ese momento tosa su vida girará en torno al bienestar de su hija que no se encuentra con ella sino que será cuidada por el matrimonio Thénadier. Pero las exigencias de estos últimos por sacarle más y más dinero llevan a Fantina a prostituirse, a vender sus cabellos, dientes frontales y no teniendo cómo hacerse con la cantidad necesaria:

“Vaya –dijo_, vendamos el resto. La infortunada se hizo mujer pública”.
Tanto el hambre como las malas condiciones de vida van haciendo de Fantina una mujer irreconocible y vulgar; pero a pesar de todo su moral no cambia, su corazón y sus intenciones se mantienen hasta el final de su vida. Ella intenta por todos los medios no tener que ejercer la prostitución; pero es imposible ya que la sociedad no la ayuda.

Javert, inspector de policía nació en prisión donde se encontraban sus padres, cosa que él detestaba. Se le describe con nariz chata, con dos profundas ventanas, enormes patillas, labios delgados, mucha mandíbula, mirada oscura, aire de mando feroz.
Lleva su sentido del deber hasta tal punto que toma como revancha personal encontrar a Jean Valjean para hacer pagar sus culpas. Además, en ningún momento tuvo en cuenta que los males cometidos por el presidiario eran ínfimos en comparación con las buenas acciones que llevó después, pues las leyes eran incuestionables e infranqueables, así:
De todo ello, se puede decir que Javert tiene una visión donde es la razón la que guía la voluntad y le señala el camino del bien moral, al respetar las leyes que pueden emanar de uno mismo. Pero a su vez, entra en contraposición con su sentido común ya que la persecución sólo la lleva a cabo con la idea de quitar la libertad de Valjean que demostró que sus concepciones estaban equivocadas. Cuando se da cuenta de sus errores decide suicidarse y es Valjean, quien le perdona la vida. Así acaba derrumbando todo su sistema de creencias.
La familia Thénadier, unos hurones posaderos que se quedaron a cargo de Cosette vienen a representar el egoísmo y la avaricia de cierta parte de la sociedad que estando en una posición ínfima consigue convertir la pobreza en motivo de bajeza. Intenta sacarle a Fantina cada vez más cantidad de dinero haciendo creer que es para el bien de su hija enferma cuando en realidad es para su progreso, además la niña no es otra cosa que la criada de ellos.
Él es pequeño, delgado, pálido, anguloso tiene unos 50 años al comienzo de la historia. Su mujer es alta, rubia, colorada, gruesa y de unos 40 años de edad. Las hijas eran hermosas pero por las vicisitudes de la vida tuvieron un final poco prometedor. Gavroche no es descrito en ningún momento por el autor, sólo se sabe que es un muchacho de 11 años. Es un fuerte símbolo pues consigue sobrevivir por las calles de París gracias a su perspicacia. Víctor Hugo dice de él:

Será un defensor de la revolución y terminará muriendo en ella.
El padre de familia es lo opuesto a Valjean, pues en lugar de querer superarse ante la miseria en la que le ha tocado vivir, lo que hace es alimentar su odio hacía los demás:
Su mujer es una madre con poco espíritu maternal y esto es más palpable cuando es capaz de vender a sus dos hijos y sólo deja con ella a Eponina y Azelma.
La primera guarda bondad en su corazón y puede observase cuando da la vida por Mario al que amaba profundamente.
Se puede decir que tanto ella como Gavroche consiguen a pesar de la miseria llevar a cabo grandes sacrificios desinteresados que los alejan de las mentes mezquinas de sus padres. Prueba de ellos es que Thénadier cuando tiene la oportunidad de terminar con todo lo anterior la rechaza y termina convirtiéndose en vendedor de esclavos en América.
Mario era abogado y sus ideas habían sido adquiridas por la educación dada por su abuelo. Pero sus ideas monárquicas cambian cuando conoce a su padre, un coronel bonapartista. Todo ello lo conduce a formar parte del grupo revolucionario de 1832, observándose desde ese momento el cambio en la propia ideología del autor.
Mario es un personaje que refleja la dualidad de esa época: hombres jóvenes abocados al progreso de la nación, contrarios a los ancianos como el señor Gillenormand.
En definitiva, Mario es como el autor y como la obra en su generalidad, un chico preocupado por las cuestiones sociales y a la vez un romántico.

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